martes, 19 de noviembre de 2013

ES LA PRIMERA VEZ QUE VA AL COLEGIO ¿CÓMO DEBO ACTUAR?

El niño que se dispone a ir por 
primera vez al colegio pasa de un 
ambiente que controla, domina, y le 
da seguridad a otro diferente que, al 
principio, le puede provocar 
inseguridad, aislamiento y confusión. 
El periodo de adaptación es el tiempo 
que cada alumno tarda en asimilar los 
cambios producidos a su alrededor. 
Como cada niño es diferente, cada 
uno necesitará su tiempo. No se le 
puede ayudar a la familia diciéndole 
los días que tardará en adaptarse, 
¡ojalá!. Todo sería más fácil. Aunque 
sí se les puede orientar e informar de 
cómo sería interesante que se 
comportasen en este periodo. 
Los recursos que usan los niños para 
defenderse y oponerse son: 
• Algunos lloran, patalean, no comen, 
agreden. Todo ello encaminado a 
mostrar su rechazo llamando 
constantemente la atención. 
• Otros reaccionan con el aislamiento, 
evitando relacionarse con 
compañeros y educadores. Es un 
error considerar que el niño ya se ha 
adaptado porque no llora, aquí se 
requiere por parte del adulto especial 
atención y sensibilidad. 
Ahora, ya sabiendo cómo reaccionará 
el niño, hay que resaltar la 
importancia de aceptar y respetar el 
ritmo de cada uno. Todos los 
profesionales que trabajan en la 
educación infantil saben cómo tratar 
al niño en este periodo, llenándolo 
con grandes dosis de paciencia, 
apoyo, atención, afecto, y sobre todo 
con mucha, mucha, información a las 
familias. La forma de tratarle, 
motivarle, escucharle, no es cuestión 
de simpatía personal, sino de 
experiencia y formación profesional. 
Los adultos son un elemento de 
ayuda muy importante, quienes con 
su forma de actuar pueden conseguir 
que el periodo de adaptación sea 

menos difícil para el niño. 
La correcta adaptación del hijo al 
centro dependerá de cual sea la 
actitud que muestren los padres. Es 
fundamental hacerle vivir la nueva 
visitando el centro con él, las veces situación con “expectación y alegría”, 
necesarias, consiguiendo que se 
familiarice con su nuevo ambiente. 
También es necesario informarle de 
lo que hará durante el día. Nunca se 
le mentirá diciéndole cosas como: “no 
llores, cariño que yo me quedo detrás 
de la puerta”, tampoco se le hace 
ningún favor enfocando al centro 
como su enemigo con comentarios 
como, “si no te portas bien te dejo en 
el cole”. El centro siempre ha de ser 
el amigo del niño, nunca el sustituto 
de la familia, y así lo debe sentir. 
Si somos conscientes de que ésta es 
la primera escolarización vale la pena 
recordar lo que opina la UNESCO 
sobre cómo han de ser los centros 
infantiles, “no excesivamente 
grandes, para que los niños puedan 
encontrar el carácter de una gran 
familia en cuyo seno el niño se sienta 
seguro y pueda conocer al resto de 
niños y adultos. Nunca ha de estar 
dentro de otras instalaciones que 
alberguen niños o niñas mayores, para preservar su seguridad física y 
sobre todo psicológica. Todo ha de 
estar a su medida”. 
Una vez que las semanas vayan 
pasando, la familia respirará 
relajadamente y se dirá “menos mal 
que no tiramos la toalla, porque valía 
la pena esperar”. Sólo aquellos que 
han tenido oportunidades de sentirse 
apreciados, atendidos, valorados, 
pueden desarrollar el gusto por la 
actividad (sea autónoma o 
cooperativa). Sólo aquel que ha 
comprobado sus posibilidades de 
actuación puede tener confianza en sí 
mismo y estar disponible para 
mantener actitudes de solidaridad, 
compañerismo y estima. 

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